Sobre la coeducación...


Hoy en día este término empieza a surgir a partir de una serie de “problemas” que nos encontramos a nivel social, como son la violencia de género, los estereotipos y los roles de género, que existen de forma prolongada en el tiempo.

Es por esto por lo que empezamos a necesitar una serie de soluciones que, en mi más humilde opinión, mucha gente piensa que van a caer del cielo, encontrándonos a padres y madres utilizando frases como: “A mi hijo y a mi hija les educo igual” “Ay, es que no quiero que X le quite las muñecas a Y”, “Mi hijo irá de Spiderman y mi hija de Anna, la de Frozen…”

Señoras, señores…Los micromachismos están escondidos en cualquier rincón del universo. ¿Cuál es el problema? Que lo micro acaba derivando en macro, queriendo, o sin querer.

Quizá nadie vea el problema real de distribuir los juguetes en un catálogo por colores, o por roles, esperando encontrar a niñas jugando a las cocinitas y a los niños con coches, o destacando los juegos de acción para ellos y los de cantar para ellas. Fomentando el rol de fuerza y sumisión, respectivamente.

Entonces, yo me pregunto: ¿en qué momento pensamos que es mejor diferenciar?

Hay una etapa en el desarrollo de los niños y niñas que se conoce como “juego simbólico” en el cual protagonizan juegos basados en el propio ejemplo de papá y mamá:

-         -  Si papá cocina, el hijo o hija jugará a cocinar
-          - Si mamá pinta las paredes, querrá jugar a pintar paredes

Y así, un largo etcétera. ¿Qué se nos escapa? Que hay que predicar con el ejemplo. Que todo se aprende en casa. Que todo tiene por base la educación. Los niños y niñas no distinguen entre juegos de niña y juegos de niño, los juguetes son juguetes y ya está.

Los niños y niñas que juegan con bebés de plástico aprenden a respetar y comprender la necesidad del cuidado. Los y las que juegan a cocinar aprenden que alimentarse es una necesidad que para nada tiene por qué ser aburrida. Por no hablar del desarrollo del habla y motricidad que fomenta el juego en los niños y niñas. Los y las que juegan a barrer aprenden la necesidad de la higiene. De todo aprenden. Pero necesitan que nosotros y nosotras les enseñemos bien.

El problema es mayor de lo que creemos, puesto que podemos hablar de lo mismo en juguetes, prendas de ropa, posicionamiento de los hombres y las mujeres en puesto de mayor rango…

Es por todo esto (y por desgracia, por muchas más cosas) que nace la coeducación. Se trata de educar a nuestros hijos e hijas en la más absoluta igualdad, de educar en valores de las personas, reconociendo las potencialidades de forma individual, sin importar el sexo.

Si todos y todas crecemos en la igualdad no se crearán superioridades entre las personas, no necesitaríamos la sororidad, ni hacer valer los derechos de las mujeres, porque ya estarían en auge, volando alto junto a los de los hombres. No lloraríamos a las víctimas de violencia de género ni a las de abusos sexuales…

Todo son ventajas, pero hay que creer en ellas y a nuestra sociedad, le queda mucho por aprender.


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